El
resto del trayecto transcurre con risas, con mi prima emocionada y yo
en completo silencio intentando idear una excusa que decirle a mi
mejor amiga. Ahora el secreto será más difícil de esconder.
Simplemente puedo omitir el detalle de que eran One Direction con los
que nos hemos encontrado.
-Eh,
Tom, ¿cuándo empezaremos a trabajar?- le pregunto a mi jefe.
-No
tengas prisa, disfruta de las vacaciones que aún te quedan enana.-
me dice el de rizos, a lo que yo respondo con un bufido.
-Entonces,
¿cuándo Tom?- reincido.
-Comenzaremos
el 2 de septiembre pero te pasaré algunos e-mails con preparativos y
planos para que te vayas organizando.- responde él.
-Perfecto.
Por
fin llegamos a la puerta de mi casa y nos bajamos. Abbie se resiste a
bajar mientras no deja de abrazar a esos cinco chicos. Yo tiro de su
brazo y al final consigo que se suelte. Nos despedimos de todos los
que están en el vehículo y en cuestión de segundos, la limusina ya
ha desaparecido de allí. Mi prima se seca las lágrimas e intenta
aparentar normalidad aunque lo hace a duras penas. Cuando me giro veo
que mis cuatro amigos están en el jardín delantero y han visto como
nos bajábamos de esa limusina. Mierda, pensaba que tendría un poco
más de tiempo.
-¿Qué
hacíais en una limusina?- pregunta mi amiga sorprendida.
-Nada.-
respondo nerviosa.- Es que, ¿recuerdas el caos que había cuando
Abbie salió corriendo?- ella asiente.- Bueno, pues se ve que era un
actor joven muy famoso de aquí. Yo no tenía ni idea de quién era y
Abbie dijo que no le gustaba ese actor.- mi prima asintió.
-¿Y
por qué habéis vuelto el limusina?- pregunta mi amiga impacienta.
-Pues
es que cuando fuimos a buscaros nos encontramos con mi jefe, Tom y él
se ofreció a traernos hasta casa.- hago una breve pausa.- De hecho,
le envié un whatsapp a Logan diciéndole que nos habíamos
encontrado con Tom.
-Sí,
sí, eso nos lo dijo.- dice mi amiga para acto seguido dejar un
silencio incómodo.
-Y…
bueno, ¿qué habéis hecho vosotros?- pregunto sonriendo.
Ella
explica que han visitado Picadilly, Leicester Square y alrededores
pero que tampoco les ha dado tiempo a visitar mucho. Pero eso es algo
que podremos hacer las semanas siguientes. De hecho, es lo que
hacemos las semanas antes de que ambas empiecen en la universidad y
que yo empiece en el trabajo. En estas tres semanas no he visto a los
cinco chicos, con lo cual mi prima tampoco. Noche tras noche, cuando
mi amiga se iba a la cama, venía a mi habitación a suplicarme: “Por
favor, necesito verlos otra vez. Queda con ellos, tienes sus
números.” “No. Ya suficiente tendré que verlos en el trabajo,
ya los verás entonces.” “Claro, tú estás cansada de sellos,
pero yo los quiero y necesito verlos otra vez.” “Abbie, vete a
dormir anda. Tú ni siquiera deberías saberlo y como sigas así,
Noelia se enterará también y cuanta menos gente lo sepa mejor.
Podría perder el trabajo si mucha gente se entera y tú no podrías
verlos a hurutadillas. Así que venga, mejor que te acuestes.”
“Está bien.” Así noche tras noche
durante tres semanas. Entiendo que significa mucho para ella y que lo
necesita, pero yo tampoco puedo arriesgarme a perder un trabajo tan
importante. Por otro lado, tenía en mi cabeza esa carta que me
habían metido en el bolso el día de la cena.
2 de septiembre a las 8
de la mañana. Llevo todo preparado en mi portátil para empezar con
el trabajo con buen pie. Esa mañana me levanto radiante de
felicidad, preparando el desayuno y tomándome las cosas con un poco
más de calma. Vuelvo a subir al piso de arriba y despierto a mi
prima y a mi amiga. Ellas remolonean un poco pero enseguida bajan y
desayunan apaciblemente. Además de ser mi primer día de trabajo, es
su primer día en la facultad, así que compartimos estado de ánimo.
-Bueno, ¿nerviosa por tu
primer día de trabajo? -pregunta mi amiga. Yo niego pero
inmediatamente asiento.- Lo sabía, algún día tendrías que estar
nerviosa y dejar que las cosas escaparan un poco de control ¿no
crees?- ríe. Yo también lo hago, es una de las veces que me permito
reír.
Desde que murió mi padre
las cosas han cambiado dentro de mí. No soy la misma desde entonces.
Yo decidí ser la fuerte, la que no podía dejar escapar una lágrima,
pero tampoco una sonrisa. Antes de que lo perdiéramos para siempre,
solía ser la chica que hacía reír a todo el mundo, la que siempre
lloraba porque no se avergonzaba de ello y no le daba miedo. Ahora es
diferente, reprimo mis lágrimas por el simple hecho de parecer más
fuerte delante de mis seres queridos aunque también porque tengo
miedo de que si empiezo, tal vez no pueda parar nunca más.
Noto un chasquido y veo
la mano de mi prima delante de mi cara. Seguramente me habré quedado
embobada mirando a algún punto fijo de la habitación. Me levanto y
recojo todo y ellas hacen lo mismo. Espero un rato a que se arreglan
y después Logan nos lleva a todas. A ellas las deja en la
Universidad y a mí en la empresa.
-¿Tú no vienes?- le
pregunto sorprendida.
-No, yo no empiezo de
momento. Recuerda que son prácticas y aún no habéis empezado con
el proyecto así que empezaré cuando hayáis avanzado un
poco.-sonríe.- No te preocupes, todo saldrá bien.- asiento y me
despido de él.
Antes de entrar en el
enorme edificio, me detengo y pienso en cómo voy a poder llevar todo
esto adelante pero debo hacerlo. Miro hacia arriba y no consigo
alcanzar el final del edificio con mis ojos, no de tan cerca.
Finalmente entro y espero al ascensor para subir a mi planta, la 28.
Por suerte no hay nadie esperando para subir y subo sola, pero en el
último momento una mano abre las puertas del ascensor. “Mierda”
susurro sin mirar a la persona que tengo al lado.
-Hola. ¿Helen no?-
pregunta una voz masculina.
-Sí.- respondo sin
levantar la mirada.
-Parece que vamos a la
misma planta.- dice con una voz alegre. Cuando subo la mirada me
encuentro con el chico de la banda, el rubio. Ni siquiera recuerdo su
nombre pero él sonríe y parece adivinar lo que estoy pensando.- Soy
Niall. La última vez que nos vimos no tuvimos la oportunidad de
hablar, espero que ahora sí.
-¿Qué haces tú sólo?
Pensaba que tú y los otros chicos nunca os separabais, como si
fuerais lapas o algo parecido.- intento sonar amable pero fracaso en
el intento. Pruebo de nuevo.- Quiero decir, sois inseparables ¿no es
así?
-Si, así es. Pero
también tenemos que estar un poco separados, sino no podríamos
soportarnos los unos a los otros.- en ningún momento desaparece la
sonrisa de su cara. En ese momento se oye una campanita y se abren
las puertas del ascensor.- Creo que seguimos teniendo que ir al mismo
sitio.
-En realidad, no sé a
dónde tengo que ir. Sólo se que es la planta 28, pero por el resto
estoy bastante perdida.- suspiro. Él agarra mi mano y yo
inmediatamente me libero de la suya.- No... no hagas eso.- digo
entrecortada.
-Sólo te cogía para
guiarte, yo sé a donde debes ir.- me ofrece la mano y yo niego con
la cabeza.- Bueno, entonces sígueme pero hay mucho movimiento y es
probable que te pierdas.- su mano sigue extendida. Entonces la cojo y
me pongo roja, él me sonríe al darse cuenta.- Debemos cooperar para
que todo salga bien. Agarra bien tus cosas y no sueltes mi mano para
ella.- asiento.
Empezamos a andar entre
la multitud y no suelto ni un momento su mano. De hecho, creo que la
agarro demasiado fuerte. Es agradable. Me hace sentirme segura y
reconforta bastante. ¿Pero qué estás diciendo? Esto es sólo por
negocios, no debo decir tonterías. De vez en cuando él mira hacia
atrás y sonríe y a pesar de que yo intento no devolverle la
sonrisa, creo que una de las veces se me olvida y se la devuelvo. Su
sonrisa se ensancha y yo vuelvo a ponerme roja de nuevo. Y es
entonces cuando llegamos al despacho de Tom.